La Batalla Del Pichincha 24 De Mayo De 1824
La Batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito en el Ecuador actual.
Nuestra Patria a lo largo de su historia ha tenido una evolución política importante, primero fue una confederación de tribus o Reyno de Quito, conquistados por los Incas, pero que luego pasó bajo el dominio del príncipe heredero quiteño; produciéndose de inmediato la conquista, luego la época colonial bajo la denominación de Audiencia de Quito, hasta que se produjo la independencia nacional.La Batalla con la que quedó sellada para siempre la independencia de nuestra querida Patria fue la que se llevó a cabo en el Pichincha, el 24 de Mayo de 1822.Los ejércitos patriotas reforzados con las tropas extranjeras, como el Batallón Numancia y el Granaderos, vinieron de la Costa, con dirección a Quito, donde estaban las fuerzas enemigas al mando del General Aymerich. Los ejércitos libertadores, con el General Sucre a la cabeza, llegó a Guayaquil con 700 hombres armados y equipados.Después de organizar sus tropas invadió la sierra con un ejército de 1500 hombres que iba acrecentándose en los pueblos de tránsito con numerosos voluntarios.Varios encuentros sostuvieron en el largo trayecto hacia el interior, obteniendo la victoria unas veces sobre los realistas y soportando otros desastres como el de Huachi, lugar cercano a Ambato.Con la llegada de refuerzos para las tropas libertadoras, Sucre pudo continuar el avance haciendo retroceder a las fuerzas españolas, que se situaron en la loma de Puengasí para resguardar la entrada a Quito.
viernes, 23 de septiembre de 2011
La Gloriosa Batalla del Pichincha
Según los textos de historia, luego de la liberación de Riobamba, el 21 de abril de 1822, se preparaba la batalla final, la marcha sobre Quito.
Era el 23 de mayo. En una noche resplandeciente marchaban sigilosamente las tropas de Sucre con dirección al Pichincha. El silencio era solemne, los movimientos eran cautelosos y ordenados.
La caminata duró algunas horas: al amanecer del 24, hallándose en el punto estratégico, el panorama era magnífico y causaba asombro a los que por primera vez pisaban este suelo en el cual se iba a celebrar una de las batallas más importantes de la libertad americana.
Era un gran ejército de 3.000 hombres, curtidos por los campamentos y las batallas anteriores. Ellos se habían cubierto de gloria en las llanuras del Apure, en los campos de Carabobo y Boyacá, o en las jornadas de Maipú y Chacabuco.
Llegaron de todas partes, del norte, del sur, para defender la más grande e inmortal de las causas: la libertad.
Las tropas del mariscal Sucre estaban conformadas por hombres como el general Mires, los coroneles Morales, José María Córdova, Santa Cruz y otros uniformados valientes y decididos a entregar su vida por defender su patria.
Los fuegos rompieron a las nueve y media de la mañana entre el grueso del ejército español del general Melchor de Aymerich y las tropas que mandaba el general Córdova, compuestas de dos compañías del Magdalena, los Cazadores del Paya y el batallón peruano Trujillo.
Media hora y cesa el combate.
Más municiones y vuelve reforzada por dos compañías del Yaguachi, al mando del coronel Morales y la restante de la infantería del general Mires.
Nuevamente consumidas las municiones, los patriotas se despliegan, los realistas se arrojan sobre ellos creyéndolos vencidos.
Compañías españolas se desprenden para flanquear la izquierda de Sucre, a su encuentro salen otras tres del Albión, cuerpo formado por aquellos bravos ingleses que vinieron a derramar su sangre en la conquista de la libertad americana.
En la gloriosa batalla, Antonio José de Sucre dirigía con paciencia y decisión. Se da orden de cargar a bayoneta y comenzó la más fuerte del combate.
El choque fue horrendo. Se combatía irresistiblemente.
Los muertos y heridos rodaban por el precipicio. Entre los soldados de la independencia había un joven que desde hace tiempo se distinguió por su valor y serenidad ante el peligro.
Herido combatía ardorosamente y con ejemplar valor gritaba:
“¡Adelante, amigos míos, avancen muchachos!”. Este joven era el héroe Abdón Calderón.
Al fin los españoles cedieron el campo, precipitándose por entre las quebradas y riscos.
A las doce del día, bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad gritaron victoria.
Y es que la victoria de mayo no solo emancipó del coloniaje a la entonces Presidencia de Quito, hoy República del Ecuador, sino que también facilitó la marcha de los ejércitos de liberación que Simón Bolívar mantenía en Colombia, hacia el Perú, todavía sometido a la monarquía, para dar batallas finales en Junín y Ayacucho, con las que selló la independencia de América del Sur.
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